Se fue la luz una noche calurosa de enero,nadie tenía en cuenta su gran valor hasta que no apareció más.
Sofocados ante el calor de dos velas y las extenuantes sombras chinescas que éstas generaban;
con el delineador corrido, el sentir de cada gota de sudor por mi espalda, expectante de las horas pasar,
mi vaso de agua a medio tomar transpirando el poco frío que le quedaba..los segundos se vuelven horas y los minutos en eternidades.
Estoy cansada, pero no puedo dormir, tengo hambre, no puedo comer y mi respiración se vuelve más densa cada vez casi como si las incertidumbres fueran mis amigas de toda la vida.
Trato de no recaer en mis pensares ni en lo negro de mi mente, es a lo que ésta oscuridad me está llevando y siento como su mano helada toca mi hombro...susurrando mi nombre al oído junto con el viento que mueve las cortinas de terciopelo como si tuvieran vida y éstas con su movimiento danzante acarician el fuego de las velas invitándolas a participar de un aquelarre de calor, donde solo participan los seres no pensantes que se dejan llevar por la lujuria y pasión de un instante destruyendo todo a su paso sin importar que.
Me tiro al piso fresco de mi comedor, frio como el beso de un helado de limón en invierno. Me tiro como si me fuera a abrazar y sueño profundamente, nada ni nadie me puede parar en este momento;
desplomada disfruto, imagino miles de colores, siempre con luz mucha luz para no dejarme ir entre alucinaciones que mi inconsciente crea. No voy a darle la mano en esta ocasión solo deseo poder respirar, poner mi mano sobre mi pecho y sentir que vivo, cierro los ojos para irme a donde nadie mas me alcanzara ya que el sueño me está ganando èsta batalla y no quedan balas para usar, miro a mi alrededor borrosamente una vez mas y me dejo envolver por la eterna oscuridad que me hace sentir como en mi hogar.